i es aquesta de la foto, te tres elapes 'salle des pas perdus' (2002), 'bye bye beaute' (2005) i l'últim de l'any pasat 'taystore' (que us podeu baixar si clikeu aqui), la veritat es que no esta gens malament, gràcies Fran!
la sorpresa es que ell seu germà es Benjamin Violay, vaya un tambe!
a mes a mes toca en directe aquest dissabte 2/5/2005 al Lotus Theatre de barcelona, que esta al carrer Bailen, número 22 ( mmm...,de que hem sona aquesta adreça?) a les 9 del vespre, si podeu aneu-hi
aqui us paso el seu myspace i el seu article de la wikipèdia i si sabes posar els videos de youtube el posaria, en canvi m'he de conformar posant un enllaç
i per acabar aqui us posa la copia de la seva nota
Coralie Clément regresa como por encanto. Siete años después de sus primeros y elegantes pasos en La Salle des Pas Perdus (2001), la jovencita ha crecido, madurado. “Es la vida, Es la vida que llevamos/ Ansiolíticos y café crème”, canta hoy en el embriagador single de su tercer álbum, Toystore. Y es que la niña de Villefranche-sur-Saone se ha sincerado al pasar la frontera de los treinta.
Coralie Clément canta ahora en tres idiomas (francés, inglés e italiano, a lo largo del álbum) y se inventa incluso un futuro cinematográfico. Una perspectiva lógica cuando sabemos que algunas de las canciones de su repertorio (Dorénavant, Samba de mon Coeur qui Bat, Ça valait la Peine, L’Ombre et la Lumière) ya han sonado en las películas: L´ídole (2002), Something’s Gotta Give (2003) –gran éxito con Jack Nickolson y Diane Keaton en los papeles principales- y On Va S’Aimer (2006), así como en un episodio de la serie L Word.
Es posible que algunos todavía no lo sepan, pero la dimensión internacional del nombre de Coralie Clément es una realidad, especialmente en Japón, en Alemania y en Italia. Sin embargo, su ejemplar modestia –perfectamente hecha música y palabras en L’Effet Jokari, que abre Toystore- no se ha visto nunca afectada.
Tres años después de Bye, Bye Beauté (2005), un disco que la vio flirtear, ante la sorpresa general, con el power pop doméstico, Coralie Clément publica Toystore, un bonito e ilustrativo título que resume el concepto instrumental imaginado por su hermano mayor y protector, Benjamín Biolay. En él juega con instrumentos de juguete (ukeleles, flautas, cornete de bolsillo, silbato de émbolo, melódica, maracas, shaker, metalophono, baby Farfisa) que se ponen al servicio del frágil timbre de esa voz clara, mineral. Sobre este lienzo musical tejido con gusto, Coralie Clément hace maravillas, entre suaves inflexiones y cascadas vocales esbozando el contorno de un pop trilingüe.
En dos ocasiones memorables, la benjamina de la familia Biolay está acompañada, mano a mano, de Étienne Daho (en el dúo Je ne sens plus ton amour, una balada desgarradora sobre el amor conjugado en imperfecto) y de Chiara Mastroianni (Sonno Io, una dulce tonadilla transalpina). Dos invitados de prestigio que no rompen el frágil equilibrio de este disco grabado con suma delicadeza. Es también un álbum en el que los ukeleles dibujan aviones en un cielo estrellado a semejanza de la portada ilustrada por Gesa Hansen. “Este disco se ha hecho con la misma naturalidad que mi primer álbum”, confiesa Coralie. “Me sentía como dirigida por un director de cine”. Es como reconciliarse con el mundo artesanal familiar al servicio de la variété francesa. Basta con escuchar el “hit” Paris Dix Heures du Soir para poder seguir el recorrido de esta intérprete que retoma, como nadie, Reine des Pommes, un viejo éxito de Lio.
Coralie Clément canta ahora en tres idiomas (francés, inglés e italiano, a lo largo del álbum) y se inventa incluso un futuro cinematográfico. Una perspectiva lógica cuando sabemos que algunas de las canciones de su repertorio (Dorénavant, Samba de mon Coeur qui Bat, Ça valait la Peine, L’Ombre et la Lumière) ya han sonado en las películas: L´ídole (2002), Something’s Gotta Give (2003) –gran éxito con Jack Nickolson y Diane Keaton en los papeles principales- y On Va S’Aimer (2006), así como en un episodio de la serie L Word.
Es posible que algunos todavía no lo sepan, pero la dimensión internacional del nombre de Coralie Clément es una realidad, especialmente en Japón, en Alemania y en Italia. Sin embargo, su ejemplar modestia –perfectamente hecha música y palabras en L’Effet Jokari, que abre Toystore- no se ha visto nunca afectada.
Tres años después de Bye, Bye Beauté (2005), un disco que la vio flirtear, ante la sorpresa general, con el power pop doméstico, Coralie Clément publica Toystore, un bonito e ilustrativo título que resume el concepto instrumental imaginado por su hermano mayor y protector, Benjamín Biolay. En él juega con instrumentos de juguete (ukeleles, flautas, cornete de bolsillo, silbato de émbolo, melódica, maracas, shaker, metalophono, baby Farfisa) que se ponen al servicio del frágil timbre de esa voz clara, mineral. Sobre este lienzo musical tejido con gusto, Coralie Clément hace maravillas, entre suaves inflexiones y cascadas vocales esbozando el contorno de un pop trilingüe.
En dos ocasiones memorables, la benjamina de la familia Biolay está acompañada, mano a mano, de Étienne Daho (en el dúo Je ne sens plus ton amour, una balada desgarradora sobre el amor conjugado en imperfecto) y de Chiara Mastroianni (Sonno Io, una dulce tonadilla transalpina). Dos invitados de prestigio que no rompen el frágil equilibrio de este disco grabado con suma delicadeza. Es también un álbum en el que los ukeleles dibujan aviones en un cielo estrellado a semejanza de la portada ilustrada por Gesa Hansen. “Este disco se ha hecho con la misma naturalidad que mi primer álbum”, confiesa Coralie. “Me sentía como dirigida por un director de cine”. Es como reconciliarse con el mundo artesanal familiar al servicio de la variété francesa. Basta con escuchar el “hit” Paris Dix Heures du Soir para poder seguir el recorrido de esta intérprete que retoma, como nadie, Reine des Pommes, un viejo éxito de Lio.
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